Está claro que ninguna quisiera envejecer, pero pasada cierta edad es un proceso inevitable. Ya a los 30 notamos cómo se van sumando gastos en belleza al presupuesto de cada mes. Así, la tintura para cubrir canas, la crema antiarrugas y los reafirmantes corporales se transforman en infaltables. ¡Y vaya que ayudan a contener el avance de las huellas del tiempo!
Sin embargo, independiente de aquellas cuantiosas inversiones cosméticas, existen hábitos que poco ayudan a detener el tiempo en nuestro rostro y cuerpo. Identificarlos contribuirá a que tomes medidas para no sumar en tu apariencia años innecesarios. ¡Lee con atención y apúntalos!
1. Dormir tarde: Sabemos que “El Sultán” es una teleserie adictiva y que la noche te otorga momentos de absoluto relajo que quieres aprovechar haciendo lo que te gusta. Sin embargo, las largas trasnochadas adicionan unos cuantos años a tu apariencia. ¡Y tú no quieres eso! El descanso es esencial para la belleza. ¡Compruébalo!. Si no cumples con este must, verás cómo esas molestas bolsas bajo los ojos, los párpados caídos, el cansancio y la palidez se transformarán en tus compañeras.
2. Ejercitarte sólo con el afán de perder peso: Aquellas dietas “de estación” (en verano, para que el bikini luzca perfecto) y “de ocasión” (el mes previo al matrimonio a que fuiste invitada, con objeto de vestir un outfit maravilloso) son ¡nada recomendables!. Porque lo más seguro es que luego del “evento” retomes tu rutina de comida chatarra y vida sedentaria. Las variaciones bruscas de peso hacen un flaco favor a la jovialidad y mantener una rutina constante de ejercicios previene enfermedades asociadas con la edad.
3. Frotar tus ojos: Sabemos que lo haces inconscientemente, buscando con ello “sacudir” el sueño o el cansancio. Sin embargo, cada vez que incurres en esta destructiva práctica, rompes el colágeno y elasticidad de la zona, que se caracteriza por una piel extremadamente fina. Reemplaza este mal hábito por la aplicación de bolsas de té o un buen roll-on para el área ocular (te recomiendo el de Clinique, “All about eyes”. ¡Es maravilloso).
4. Apoyar la cara sobre la almohada: Quizás te acomode mucho la posición fetal que adoptas al dormir o abrazarte a tu cabecera para conciliar el sueño. No obstante, cada vez que lo haces, la fricción entre tu piel y el algodón de la tela causa roturas de colágeno. Además, la circulación sanguínea hacia la cara se hará irregular, pues la estarás presionando con tu almohada, lo que pondrá en jaque la regeneración celular de la zona. Por ello, lo recomendable es que duermas boca arriba o utilices ropa de cama confeccionada en raso o satén.
5. Fumar o beber alcohol: Más allá de los ampliamente conocidos daños que ocasiona la adicción al tabaco (que incluyen el riesgo de padecer cáncer, enfermedades cardíacas y otros cuantos panoramas nada auspiciosos), también causa la liberación de radicales libres. Estas sustancias son como óxido para nuestro organismo, causando el desgaste de la piel y una apariencia envejecida. El alcohol, en tanto, si es consumido en forma excesiva, puede provocar un notable aumento de peso. Como ves, ¡es momento de llevar una vida saludable!
6. Guardar rencor: Si tu pololo te falló en algo y no has podido superarlo o el último impasse con tu mejor amiga hirió profundamente tu corazón, las repercusiones afectarán también tu estética. Hay estudios que demuestran la relación entre el perdón y la salud física. Guardar rencor aumenta el estrés, con todos los perjuicios que esto ocasiona y además, contribuye a ganar unos cuantos kilos extra.
7. Exceso de dulzura: ¡Mmm! ¿Habrá algo más irresistible para una mujer que los chocolates, las masitas dulces y los postres? ¡Difícil!, ¿saben por qué?. Por naturaleza somos ansiosas y el azúcar en la sangre nos ayuda a mantener esta emoción a raya. Sin embargo, su consumo excesivo también ocasionará efectos ¡nefastos! en la belleza, como el acné, arrugas, flaccidez y sobrepeso. Por tal motivo, lo recomendable si requieres de un snack edulcorado, es recurrir a alguna rica fruta.
8. Consumir poca agua: Su ingesta es clave para una vida más sana, además de una piel hidratada y nutrida. Si prescindes de beber el agua suficiente, tu cutis tenderá a la resequedad. ¡Y no sólo eso!: una piel deshidratada lleva a la irritación, escamas y rojeces, con que de seguro no querrás tener que lidiar. Si ya es demasiado tarde y estás experimentando estos problemas, te sugiero probar el gel-crema Moisture Surge Extended Thirst Relief, de Clinique, cuyos efectos serán ¡de fábula!. Y por supuesto, incorporar mucha agua a tu rutina, lo cual evitará que vuelva a pasarte. Además, las células de la tez se renovarán rápidamente. Recuerda que puedes consumirla en su forma líquida o a través de alimentos sólidos (como el pepino) que la contienen en abundancia.
Y bien, ¿ves qué fácil es poner “pausa” al paso del tiempo?