Con el verano llega el sol y el deseo de lucir un cuerpo bronceado y queremos además que el bronceado nos dure el mayor tiempo posible, luego de las horas que pasamos bajo el sol. Para que la piel no sufra más de lo necesario ante la exposición solar, debemos seguir una serie de hábitos que no sólo cuidarán de nuestra piel, sino que además nos permitirán conseguir un bronceado perfecto.
Antes que nada, es importante preparar la piel para empezar a tomar el sol. Para ello una buena exfoliación de todo el cuerpo incluida la cara, renovará nuestra piel y favorecerá que nuestro bronceado sea más duradero.
La melanina es el pigmento que tenemos en la piel y que nos ayuda a conseguir ese tono dorado que tanto nos gusta. Cada persona tiene una cantidad de melanina determinada, por lo que estar muchas horas al sol, no va a suponer que nos bronceemos más rápido, sino que podamos llegar a tener quemaduras solares, por una exposición excesiva.
Nuestra alimentación es clave para nuestra salud, pero también podemos incorporar a nuestra dieta alimentos que ayudan a activar nuestra melanina de forma natural. Las zanahorias son las más conocidas por su alto contenido en carotenos (favorecen la producción de melanina) con 8731 microgramos. Además son ricos en carotenos otros alimentos como las frutas y hortalizas de color verde, el tomate, el brócoli, las espinacas, la calabaza, la lechuga, el perejil, las acelgas, los pimientos, el mango o la papaya. Lo recomendable es empezar a consumir estos alimentos 2 semanas antes de iniciar la exposición solar, para potenciar su efecto sobre la piel.
También para la piel son recomendables alimentos que contienen Vitamina C y Vitamina E que nos van a ayudar a reducir los radicales libres, responsables del envejecimiento prematuro de la piel. Son ricos en esta Vitamina C los cítricos (naranja, pomelo, mandarina, limón), el kiwi o las frutas rojas (fresas, arándanos, moras). Los alimentos con Vitamina E son los aceites vegetales, como el de germen de trigo o girasol, los frutos secos, los cereales integrales, el aguacate o las verduras de hoja verde.
El agua es vital para nuestro cuerpo y en especial para nuestra piel. Durante una sesión de bronceado, perdemos bastante líquido y debemos beber agua de forma continuada para evitar que la piel se reseque con el sol. También podemos elegir los zumos de frutas, que son más apetecibles con el calor y que además de hidratarnos también nos aportarán múltiples vitaminas.
Una vez que nuestra piel esté bien exfoliada y hayamos activado la melanina con anticipación, ya podemos empezar a broncearnos, pero no sin antes incluir los protectores solares en nuestra bolsa. Un buen protector solar no sólo va a protegernos de los rayos UVA y UVB, sino que nos ayudará a prevenir las manchas solares y a conseguir un bronceado perfecto, más bonito y uniforme. El protector solar debemos aplicarlo unos 20 minutos antes de tomar el sol, en toda nuestra piel y sin olvidarnos de zonas sensibles como los empeines o las orejas. La crema solar es necesario renovarla constantemente, en función del grado de protección que tenga y siempre después de bañarnos. Nunca debemos tomar el sol sin la adecuada protección.
Finalizado el día de playa, cuidar la piel en casa debe ser otro hábito muy importante y sobre todo “calmarla” después de la exposición solar. Después de la ducha, la hidratación es fundamental, podemos utilizar cremas tipo Aftersun o con Aloe Vera que tiene un efecto calmante sobre nuestra piel, con la que conseguiremos una piel fresca y confortable.
Ahora ya podemos conseguir el bronceado perfecto con el que todas soñamos, disfrutando del sol pero con precaución. Tomar el sol no es importante sólo para la piel, sino también para nuestra salud en general. Los rayos solares nos proporcionan Vitamina D que mantendrá nuestros huesos fuertes, favorece nuestro sistema inmunológico, reduce el colesterol y la presión arterial y además nos hace sentir una sensación de bienestar y felicidad.