Cómo vencí a la rosácea
A veces sucede que al mirarnos una mañana al espejo, notamos que nuestro rostro ha enrojecido demasiado y arde, acudimos al especialista y éste determina que tenemos rosácea. Todo ha cambiado y desde ese momento debemos tener claro que aún no existe certeza de qué produce este cambio en nuestra piel. Se sabe que afecta mayormente a mujeres de piel blanca entre 30 y 60 años. Produce enrojecimiento, granos y abultamientos rojos, pústulas parecidas al acné, sensación de calor y/o ardor en el rostro, sobre todo en el área de la nariz y las mejillas. Se mencionan como algunas causas de la rosácea los cambios hormonales (sobre todo durante la menopausia), un ácaro (araña microscópica) que se aloja en nuestra piel, estrés, factores medioambientales, alteraciones grastrointestinales, cambios en el sistema de defensa de nuestro organismo, etc. Existen científicos que consideran que tal vez una combinación de varios de estos factores provoque la rosácea y sea responsable de las diferencias de síntomas de una persona a otra.
En mi caso, la rosácea se presentó a los 39 años después de tener a mi primer bebé. Tengo la piel muy blanca y en el área T es grasa. Al principio fui tratada como si tuviera una alergia, pero como después de unos meses seguía con mi cara enrojecida visité otro dermatólogo, y otro y otro y otro y en este largo camino de casi 7 años probé diferentes medicamentos, cremas y recetas caseras que no daban resultado y me hacían sentir cada vez peor.
Primero, hay algo que es fundamental, todos los médicos me pidieron monitorear qué es lo que aumenta las crisis que ponen el rostro al rojo vivo. Entre éstas yo detecté: el vapor de la ducha, el aire acondicionado frío y caliente, el sol y el polvo que flota al hacer el aseo. Esto es útil, pero lamentablemente, es imposible evitar todos estos factores si llevas una vida normal. Segundo, el uso de bloqueador solar en el rostro ahora es imprescindible en todo momento y lugar con o sin presencia de rosácea.
En resumen, les puedo contar que en todo este tiempo probé diferentes medicamentos, cremas de recetario magistral y “recetas de la abuelita”. En este proceso de ensayo y error, probé con una crema que contenía clotrimazol y el aspecto rojo y con granos desapareció por casi 9 meses, hasta que de pronto dejó de aliviar las crisis y aunque la usara todos los días, mi piel seguía roja; luego me recetaron otra crema con clotrimazol más betametasona que me produjo el mismo efecto positivo al principio, pero después de casi un año dejó de funcionar y al dejar de usarla empeoró mi condición. Como resultado, además de la rojez y los granos, también tenía muchos puntos negros, “arañitas” rojas como las várices y pequeñas pústulas similares al acné. ¡Terrible! ¡Y yo nunca había tenido espinillas, ni siquiera a los 15 años!!! Hace poco me aclararon que las cremas con corticoides crean un círculo vicioso que aumenta la rosácea.
Como pueden suponer, cada vez me desanimaba más y probaba todas las recetas caseras como: colocarse paños húmedos sobre la cara con jugo de aloe vera, agua de avena, manzanilla, agua con hielo, té verde, ortiga, etc.; masajes con aceite de oliva, de jojoba, etc. Hasta cambié mi dieta y consumí “alimentos para evitar la rosácea”, como pepino, agua por cantidades excesivas, té de rosa mosqueta, muchas frutas y verduras, pero nada me daba resultado. A esto también sumé todas las cremas del mercado para tratar la rosácea, desde las más naturales hasta las más sofisticadas que incluyen “coloración verde” que se supone disminuye la rojez de la piel.
Después de perder las esperanzas, un día maravilloso mi hermana me cuenta que tenía una compañera de trabajo que había ido a un dermatólogo que había logrado que su cara volviera a verse blanquísima, así que decidí pedirle hora, sin hacerme expectativas como otras veces y prometí que ésta sería la última oportunidad y si no resultaba me quedaba roja para siempre…Resultó que este dermatólogo atendía en una clínica integral que trataba mayormente problemas relacionados con acné, rosácea y heridas y marcas en la piel con máquinas y procedimientos de última generación. Finalmente después de 7 meses de tratamiento por fin recuperé la normalidad de mi rostro.
Al principio, el tratamiento que me dio incluyó Doxicilina y Desloratadina todos los días durante 3 meses, en paralelo debía hacerme 6 sesiones de nieve carbónica que es un tipo de peeling frío ambulatorio en el que aplican a tu rostro una combinación de hielo seco y azufre, lo que provoca que la piel se descame. Queda un poco seca y tirante pero el aspecto de la piel va cambiando drásticamente en cada sesión. Para aliviar la sequedad de la piel producida por el peeling debía usar agua termal, compresas de manzanilla y/o una crema hidratante sin perfumes que promueve la protección e hidratación de la piel.
Al mes de este tratamiento mejoró el aspecto de mi piel, pero de vez en cuando aún presentaba crisis en que me llenaba de granos rojos y mi piel ardía de manera insoportable, el doctor me explicó que era la reacción a las cremas con corticoides que había usado por casi 2 años y que cuando pasara este período, todo sería más fácil. Afortunadamente, así fue al tercer mes mi piel se estabilizó y dejó de enrojecerse tanto, incluso cuando estaba expuesta a los factores que antes me provocaban crisis. Luego de esto, me cambió el tratamiento y tomé Minociclina y Desloratadina todos los días por un mes. Ahora estoy en tratamiento tomando solo Isotretinoina dos veces a la semana y por el momento sigo perfecto, así que solo me queda ver algún tratamiento láser en el futuro para borrar las arañitas rojas que quedaron en mi rostro. ¡Por el momento estoy feliz ya que al maquillarme ya no se percibe la rosácea, ni granos ni rojez! ¡No pierdan la esperanza, esa cara roja puede volver a ser normal!