Después de cierta edad, el envejecimiento pasa a formar parte de nuestro compendio de preocupaciones. Extrañamos aquella época en que nos veíamos al espejo y éste nos devolvía una imagen de rostro agradable, terso y sin arrugas. Lo cierto es que con los años las patas de gallo y líneas de expresión hacen de las suyas y - para detener un poco el inexorable avance del reloj - buscamos diferentes alternativas. Y una de esas es el tratamiento con plasma rico en plaquetas.
Este material se obtiene del propio cuerpo del paciente, tras extraer unos 20 centímetros de sangre intravenosa. Luego, ésta se centrifuga en forma protocolizada, para obtener su separación en diferentes fracciones. Una de ellas - la intermedia - contiene el plasma rico en plaquetas, elemento regenerador y bioestimulador. Al aplicarlo sobre la piel, genera diversos beneficios, como:
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Aumento de consistencia y luminosidad.
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Arrugas atenuadas.
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Bioestimulación de las zonas tratadas (producción natural de colágeno, elastina y ácido hialurónico).
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Hidratación y sensación de frescor.
El plasma rico en plaquetas, vistos sus excelentes resultados, se utiliza en tratamientos rejuvenecedores del rostro y cicatrización de heridas. En su aplicación no hay riesgo de reacciones alérgicas, pues es obtenido del propio organismo del paciente. Su obtención demora alrededor de 20 minutos y se recomienda usarlo de manera preventiva a partir de los 35 años, en una periodicidad de 3 sesiones, una cada 30 días.
Y tú, ¿te animas a aplicarlo?
Imagen CC Lionel Rieder