Rachel Weisz es una de mis actrices favoritas. No solo desde el punto de vista estético, sino también por su talento, y su acento inglés.
Rachel nació hace 45 años en Londres. De madre austríaca y padre húngaro, declara provenir de una familia “cerebralmente judía” que se trasladó a Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Weisz estudió literatura inglesa, pero fue por esos años que comenzó a experimentar en el mundo de las tablas.
Primero apareció en televisión, y luego, tuvo su debut en el cine en 1996 con Belleza Robada. El papel que la lanzó a la fama fue el de Eve, en La Momia, donde actuó junto a Brendan Fraser en esta divertida comedia de “terror”. Pero la actuación que le trajo su primera gran satisfacción desde el punto de vista del reconocimiento por su talento, fue en la película El jardinero fiel, junto a Ralph Fiennes, film por el cual ganó un Oscar como Mejor Actriz de Reparto, el año 2005. Desde ahí no ha parado, logrando una prolífica y exitosa carrera en el mundo del séptimo arte, haciéndose merecedora además de premios como el Globo de oro, el SAG, el Independent Spirit Awards, entre otros.
El encanto de la Weisz en la pantalla traspasa y te llega. Sabe transmitir emociones, es muy expresiva y eso, sumado a su belleza, la hace irresistible a ojos de quien ve sus películas. Se mantiene estupenda, y a mi juicio, una de sus características más llamativas como ícono de belleza son sus labios y su cuerpo voluptuoso. Es muy linda y, como siempre digo respecto a mis famosas preferidas, espero que no caiga en la tentación del bisturí y envejezca con gracia y dignidad.