Muchas hemos padecido el drama que implica tener una marca visible. Y es un tremendo dilema, porque obviamente queremos que cada zona de nuestro cuerpo luzca estéticamente agradable, cosa que no se logra durante el proceso de cicatrización de una herida. Lo peor es que en algunos casos, el daño ¡tampoco merma después!, ya que algún feo queloide puede quedarse para recordarnos por siempre nuestra caída. ¿Habrá algo peor? Sí, que la herida sea en el rostro.
Ya antes hemos revisado que existen excelentes cremas que permiten acelerar este proceso y con muy buenos resultados. A eso, se suman también los parches de silicona, innovador tratamiento para sanar y curar heridas complejas. Pero si eres de las que prefieren la cosmética natural por encima de todo, aquí te traigo unos útiles tips para aliviar por esta vía tu problema. ¡Sin aditivos!
Toma nota:
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Antes que todo, debes evaluar es si tu herida está abierta o fue sólo un raspón. En el primer caso lo más recomendable es que visites la consulta de un especialista y te sometas a tratamientos tan eficaces como los parches antes referidos. Pero si tan sólo fue un rasguño, puedes aplicar algunas gotas de árnica, que te permitirán sanar la herida desde adentro. ¡Ideal si complementas con una pomada de llantén, matico y rosa mosqueta, por sus excelentes propiedades cicatrizantes! Póntela con mucho cuidado, para así no generar dolor.
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Una vez que la inflamación haya bajado y el raspón esté sanando, aplica crema de baba de caracol, que te permitirá uniformar el tono de tu cutis, evitando esas zonas blanquecinas de “piel nueva”.
Otra alternativa que da excelentes resultados es el aceite de emú, con el cual puedes reemplazar a las gotas de árnica. Claro que es un poco más costoso.
Con estos tips, pronto la cicatriz de tu herida será ¡cosa del pasado! y volverás a sonreír. Todo, gracias a productos naturales y ¡full económicos!, que aliviarán también a tu bolsillo. Los encuentras en las tiendas naturistas, por $2000 las gotas, $3000 la pomada de llantén y $4950 la baba de caracol.
Y tú, ¿ya estás yendo por los tuyos?
Imagen CC Lionel Rieder