Chicas, hoy asumo abiertamente que soy una más. Me sumé a la moda y no puedo parar. Les contaré por qué. Aquí y ahora, me declaro abiertamente una runner. Y acá no hablaré de los beneficios qué tiene para la salud ni para nuestro ánimo, sino que iremos al grano, al tema que más nos interesa: cómo cambia nuestro cuerpo.
A ver, para que entiendan bien la idea, yo comencé a correr en septiembre, saliendo del 18, cuando ya traía acumulados los kilitos de más del invierno y las fiestas patrias no me restringí en nada. Segundo punto, nunca he sido una gran deportista. Hice gimnasia unos años en el colegio, pero la dejé en quinto básico. De esa fecha hasta ahora, que han pasado 20 años, sólo hice deporte para las alianzas del aniversario y fútbol en una liga, pero terminaba el partido y me iba derecho a tomar una jarra de cerveza y comer papas fritas para “recuperar las calorías perdidas”. Claramente mi estado físico era deplorable, por lo que si yo pude, cualquiera es capaz de hacerlo.
Si quieren iniciarse y están en la misma forma (redonda) en que yo estaba al partir, les digo que más importante que tener un gran playlist, la calza con microfibra más linda del mercado o las zapatillas más top, es buscar una motivación y un partner. A mí me sirvió mucho salir con una amiga, ya que si no iba no sólo me fallaba, la dejaba plantada a ella. Lo otro que hicimos fue inscribirnos de inmediato en una corrida. Tuvimos un mes para llegar con un rendimiento decente y no hacer el ridículo. Con esas cosas claras les juro que no cuesta nada.
El primer día sentí que iba a morir a la cuadra y durante la primera semana dormía con un dolor de pantorrillas terrible. Mejor ni decirles que vivo en un cuarto piso y sufría cómo loca, pero ¿saben qué fue lo que me motivó a seguir, junto con no fallar? Los cambios que empecé a ver en mi cuerpo. A las tres semanas un rollito que tenía en las caderas desapareció casi sin darme cuenta. A la semana siguiente comencé a sentir como mi trasero comenzaba a tomar otra forma. Al mes de eso ya claramente estaba más parado y mis piernas durísimas. Todo con una hora de trote tres veces por semana.
A tres meses de haber comenzado, les digo que en serio, no puedo parar. Aparte que mi cuerpo ha ido tomando otra forma, hasta la piel de mi cara está mejorando. En peso no he bajado mucho, pero sí dos tallas de pantalón. Y voy camino a la tercera porque ya me están quedando sueltos unos que compré hace quince días.
El gran tip que les doy para que les resulte aún mejor en estos días de calor: aprovechen de tomar mucha agua mientras hacen ejercicio. No se darán cuenta y tomarán más de dos litros al día, junto a mucho bloqueador y si se puede, ropa con filtro UV, porque esto no es sólo para llegar al verano lindas y sanas, sino que generar un cambio en el estilo de vida.
Y bien, chicas: ¿se animan a esta aventura?
Imagen CC Vincent van der Heijden