Esta hermosa mujer, sin duda fue - y sigue siendo - el máximo ícono de la belleza contemporánea. Es el punto con que acostumbramos comparar a las celebridades que hoy nos deslumbran con su elegancia, y sin embargo, aunque muchas puedan asemejarse, nunca la igualan. Se trata del sinónimo de glamour femenino: nada menos que la infartante Audrey Hepburn. ¡Lindísima!
Así es, porque esta actriz británica -fallecida en 1993- fue el sueño dorado de nuestros padres y abuelos. ¡Y hasta nuestros pololos sucumben a sus encantos! Con su increíble elegancia y distinción innata, fascinó al género masculino - y también a féminas, que la admiran embelesadas - durante décadas. Su sofisticación llegó a la cúspide con su icónica apariencia en “Breakfast at Tiffany”, enfundada en un sexy vestido negro confeccionado para ella por Givenchy.
Audrey poseía además una sensualidad innata, que acompañaba perfecto sus finísimos rasgos, característicos de un rostro que parecía esculpido a mano. Eso, sumado a su indiscutible talento: no sólo era una intérprete extraordinaria, acreedora de varios premios Emmy y BAFTA, un Globo de Oro (Mejor actriz dramática por “Roman Holiday”, 1953) y un Oscar (Mejor actriz, por la misma película), sino que además fue una excepcional bailarina. No obstante, no siguió el camino de la danza por considerársele demasiado alta y delgada.
Este verdadero ícono de belleza no tuvo una existencia de princesa, ya que también debió enfrentar años amargos. Sufrió en carne propia los embates de la Segunda Guerra Mundial, al residir en Holanda en épocas convulsionadas. Producto de ello, tuvo problemas nutricionales, desahogando penas y temores a través del dibujo. Sus trazos de entonces aún se conservan. A raíz de esta experiencia, Audrey colaboró con UNICEF durante toda su vida.
Gracias a su armonioso rostro, esencial distinción y figura curvilínea - muy opuesta a los actuales cánones de delgadez extrema - a 21 años de su muerte, esta linda actriz continúa considerándose el mayor exponente contemporáneo de belleza femenina. Un estereotipo de belleza clásica que ¡todas! quisiéramos imitar. ¿No lo creen?
Imagen CC J187B