Aunque todos la conocemos como Joan Crawford, esta actriz americana de cine y televisión nacida en 1905, se llamaba realmente Lucille Fay Le Sueur.
Con tan solo 10 años, empezó a trabajar como camarera de un bar mientras compaginaba sus estudios en diferentes colegios hasta que en uno de ellos, aprendió a bailar y ganar diferentes concursos de danza.
Antes de saltar a la fama gracias al contrato con la Metro Goldwyn Mayer a raíz de sus actuaciones anteriores en Broadway, Joan había sido bailarina de pequeñas compañías teatrales. A finales de los años 20, se convirtió en una de las actrices más aclamadas y admiradas de Hollywood. Durante las décadas siguientes (años 30, 40 y 50) su carrera fue en aumento, encandilaba al público, especialmente al femenino por sus papeles, sobre todo, de mujer joven, emprendedora y luchadora que al final de la historia encontraba al amor de su vida. Este papel que interpretaba, hizo que se convirtiera en un icono de su época donde muchas mujeres seguían su ejemplo para luchar por sus derechos y la igualdad.
Todo este trabajo tuvo su recompensa a mediados de los años 40 cuando consiguió el oscar a la mejor actriz por su interpretación en la película “Alma en suplicio”. Con más de 70 películas a su espalda, su boca ancha, su rostro cuadrado y sus inmensos ojos, la convirtieron en una de las actrices con mejor registro de Hollywood y en icono de la belleza.
Pero el papel que interpretaba en sus obras, no se correspondía con su vida real, Joan Crawford se casó 4 veces, acabando los tres primeros en divorcio hasta que acabó viuda del último matrimonio. Sin hijos biológicos pero sí 4 adoptados, existieron graves polémicas de su hija mayor, acusando a su madre de la dura infancia que habían vivido, debido a su egoísmo, manipulación y maltrato psicológico; hechos que se relatan en un libro que la propia hija escribió. Aparte, sus problemas con el alcohol hicieron que Joan se fuera alejando de los platós cinematográficos en la década de los 60, incluso fue acusada de “Acostarse con todas las estrellas masculinas de la Metro”, según su máxima rival Bette Davis.
Las compañías de Joan, tampoco eran bien vistas en esa época donde su grupo de amigos formaban parte del conocido “El círculo de la costura” que no era más que una pandilla privada de amigos homosexuales y bisexuales de Hollywood, donde existían nombres tan conocidos como Greta Garbo, Marlene Dietrich o Errol Flynn. Grupo privado que se mantuvo en secreto puesto que la sociedad de entonces no permitía la homosexualidad en el cine, ni eran reconocidas públicamente.
Pero en lo que nos centra especialmente, que es su carrera, está considerada como la 10º mejor actriz del siglo XX, hecho que podemos constatar en una publicación sacada a la luz por el American Film Institute. Con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, Joan Crawford marcó huella en nuestra sociedad, siendo una de las actrices más importantes y glamorosas de su época.
Por si esto fuera poco, cuando su carrera cinematográfica empezó a decaer, se centró en exclusiva en sus negocios, ocupando con éxito la vicepresidencia de la compañía Pepsi, siendo la primera mujer en la historia que ocupaba un cargo directivo.
Años más tarde, en 1977, Joan Crawford murió debido a un cáncer de páncreas cuando contaba con 73 años. Una vida un tanto tortuosa pero sin dejar de luchar nunca, ¿no te parece?