Cuando llega el verano todas queremos deshacernos de la palidez que nos dejó el invierno, pero obviamente no se puede hacer de un día para otro. Ahora existen las cremas con color, o autobronceantes, que ayudan en esa tarea de empezar a prepararse unas semanas antes de que el sol nos obligue a mostrar más piel, sin unas piernas transparentes.
En mi caso, ya estoy acostumbrada y asumida a ser más blanca que los dientes de Farkas, de hecho no me gusta mucho tomar sol, porque sólo consigo ponerme roja aunque lo intente con bloqueador. Después vuelvo al blanco habitual. Por eso, me llamó la atención esto de las cremas con color y el año pasado quise probar. Miré un buen rato entre las opciones que había y elegí la Dove Summer Tone.
Es una crema de una marca medianamente buena, no es muy cara y me tincó. La usé sólo para las piernas y seguí sagradamente la instrucción de lavarme las manos después de cada aplicación, pero de todas formas conseguí unas originales palmas de las manos naranjas mientras mis piernas se veían casi iguales.
Y digo casi, porque sí fueron tomando un poco de color, que en ningún caso se asemejaba a un bronceado. Era más bien naranjo, pero no tan intenso como el de mis manos (¡ahí sí que funcionó!). El cambio, a pesar de que la utilicé todos los días durante el verano, el resultado fue prácticamente cero, ya que como sólo la usé en las piernas, iba comparando la diferencia de tono donde se une la pierna con el tronco y los colores eran prácticamente iguales.
Lo que sí fue ocurriendo, es que a medida que más usaba la crema, ésta parecía crear un efecto “descascarado” en la piel, así que mis piernas comenzaron a verse como si tuvieran mugre, o una enfermedad contagiosa. Esto no fue algo extremo, nadie me paró en la calle para preguntarme qué me sucedía, pero como yo obviamente puse atención a todo el proceso, pude ver estos cambios que iban pasando a medida que seguía usando la crema.
En conclusión, la crema no me gustó, más que nada por el tema de que no me dio un tono ni remotamente bronceado,es decir, no cumple con lo que promete. En cuanto al efecto "mugre”, quizás debí exfoliarme antes de aplicar la crema, pero, en primer lugar, no es sano para la piel exfoliarse todos los días (y la crema se debía usar todos los días) y en segundo, creo que si lo hubiese hecho, también habría barrido de mi piel el poco color que se lograba impregnar.
Por otro lado, y lo que realmente me hizo dejar la crema al fondo de mis artículos de belleza, fue su olor. Al principio no lo sentí nada terrible, pero conforme iba usando la crema realmente me hostigó al punto de que fue la principal razón por la que dejé de intentarlo. Esto último es bastante personal, es cosa de gustos, quizás otras mujeres pueden encontrarle un rico aroma, pero yo llegué a sentirme como las embarazadas cuando de pronto no soportan ciertos olores.
Para este verano, usaré otra crema porque en realidad soy más fan del bloqueador que de los bronceados fascinantes. Mi rosácea me lo agradece. Quizá en otra ocasión tenga más suerte.
Si tú has probado la crema Dove Summer Tone, entonces sabes que la puedes comprar en supermercados, farmacias y Preunic a lo largo de Chile. En Supermercados Jumbo la encuentras a $2.799 los 200 ml.