Siempre escuché que las tinturas con amoniaco provocan graves daños en el cabello, razón por la cual evité su uso lo más que pude. Las primeras veces que lo teñí, procuré usar coloraciones tono sobre tono o sin este químico, a fin de que mi pelo permaneciera saludable. Con el tiempo, irrumpieron en el comercio los tintes cuya formulación carece de amoniaco, los que tuvieron muy buena recepción entre las usuarias, ratificando el pensamiento generalizado de que sus efectos son nocivos. Sin embargo, ¿es tan así?
Lo cierto es que el nivel de agresividad de un producto no depende sólo de uno de sus ingredientes, sino del conjunto de ellos. En el caso del amoniaco, es cierto que la cantidad empleada es proporcional al poder de oxidación, con el consiguiente daño capilar. Pero su presencia es de suma utilidad, ya que - al combinarse con agua oxigenada - aumenta la porosidad del cabello, lo que facilita la penetración y adherencia del tinte. Esto lo convierte en un valioso aliado para el logro de resultados; sin embargo, el desagradable aroma que expele el amoniaco ha llevado a que muchas industrias cosméticas opten por suplirlo con otras alternativas (como la monoetanolamina).
Y a ti, ¿te gustan los tintes con amoniaco o prefieres evitarlos?