Soy fanática de los esmaltes de uñas más que de cualquier otro producto de belleza. Los esmaltes y cómo los uses entregan estilo, personalidad y un sello propio. En mi época de universidad solía pintarme todas las uñas de colores distintos y vivos para el verano, luego en vacaciones y desde el colegio, me las daba de Picasso dedicándole tiempo a cada uña con dibujos y diseños que me hacían ganar miradas de los adultos y piropos de mis amigas.
Ya estoy lejos de los quince, pero mi amor por los esmaltes sigue tan fiel como el primer día, tengo tantos que he tenido que cambiar constantemente el lugar donde los guardo porque me falta espacio y reconozco que he probado muchísimas marcas. Más de las que se puedan imaginar.
Una marca a la que siempre vuelvo, es a JORDANA, porque además de tener una gran gama de colores, son bonitos, son baratos y lo mejor es que son de excelente calidad, algo que es muy difícil de encontrar en un esmalte, aunque no lo parezca.
Entre mi colección cuento con varios esmaltes de marcas caras que no me duraron ni un mes antes de ponerse “latigudos”, algo que no pasa con los esmaltes de JORDANA, pues hasta ahora, ninguno (les juro, ¡ninguno!) de todos los que tengo se me ha echado a perder, se ha secado o se ha puesto con ese efecto chicle tan desagradable. Además, no deja grumos en mis uñas y es que no hay nada más desagradable que una manicure perfecta arruinada con globitos de aire.
Hace ya un buen tiempo que tengo un color favorito y es del cual les voy a hablar hoy. El color se llama Lavender Fields 985. Les prometo que de sólo pronunciarlo escucho una canción de los Beatles de fondo y me imagino en ese campo lleno de lavandas corriendo, en pleno verano, con un vestido blanco y de vuelta a los quince años.
Ok, quizás exagero, pero Lavender Fields tiene ese poder en mí. Me traslada a climas cálidos, me conecta con mi feminidad, me hace sentir que unas manos bonitas y cuidadas son suficientes para verse arreglada e impecable sin perder la naturalidad. Un buen color de esmalte no discrimina si somos altas o bajas, si somos delgadas o más gorditas. Un tono que combine con nuestra piel se verá bien siempre, sin importar nada más.
Además, el tono Lavender Fields es perfecto para recibir a la primavera. Sólo fíjense en los colores que comienzan a asomar en las hojas de los árboles, en los colores más vivos de la ropa, en el pasto verde y fuerte que adorna los parques y jardines. El toque exacto de lila es lo que hará que el esmalte Lavender Fields destaque por sobre todo lo demás convirtiéndose en el complemento perfecto para nuestras manos juveniles (y para las no tanto) y para el entorno lleno de colores que trae consigo los días soleados.
Confieso que es tanto lo que me gusta este esmalte que no puedo dejar de usarlo incluso en invierno y le da un toque coqueto a cualquier look, por más sobrio que sea. Confieso también que lo ocupo tanto que ya compré mi segundo frasco porque el primero se me terminó. ¿A alguna de ustedes se le ha terminado alguna vez en su vida un esmalte de uñas? Al menos a mí, eso jamás me había pasado, siempre los doy de baja porque se secan y no hay secreto casero que los vuelva a la vida. Eso es lo que más me gusta de mi esmalte y de todos los esmaltes de JORDANA en general. Son algo así como los Chuck Norris de los esmaltes. Duran hasta decir basta. Así que si tienes Lavender Fields entre tus cosméticos y no alcanzaste a sacarle el jugo la primavera pasada, búscalo ahora. Lo bates un poquito y voilá, ya tendrás como nuevo tu esmalte para salir a las calles a lucir tus hermosas manos.
¿Cómo?, ¿que aún no lo tienes? Entonces ve y date una vuelta por cualquier Preunic del país, donde encontrarás Lavender Fields y todos los esmaltes de JORDANA a sólo $990.