Son hermosas y siempre se ven radiantes. Sí, muchas dirán que las luces, maquillaje y trabajo de post producción hacen mucho a su favor, sin embargo, es un hecho que la mujer turca se preocupa de su belleza de forma integral y con hábitos extremadamente sencillos y naturales.
Del plato a la cara
La comida turca está repleta de frutas, verduras y mucho yogurt natural, elementos que también son usados en mascarillas faciales, a las que las turcas son adictas.
Con un uso de una vez por semana, la base de estas preparaciones son dos cucharadas soperas de yogurt natural mezcladas con rodajas de pepino crudo machacadas. Ambos ingredientes se integran bien y se añade un chorrito de miel de abejas.
Luego, con el rostro limpio y seco, se aplica con los dedos en el rostro – labios y párpados también son embadurnados -. Tras 15 a 20 minutos de reposar con la mezcla en el rostro, se enjuaga con agua templada y se termina el procedimiento con un chorro de agua fría.
El yogurt natural permite neutralizar el PH de la piel, equilibrando la grasitud o resequedad extremas. Las propiedades del pepino crudo permiten refrescar la piel, reafirmarla y desestresarla, mientras que la miel suaviza y elimina microbios y bacterias. ¿El resultado? Un rostro y cuello firmes, tersos y muy luminosos.
Vapor, mucho vapor
En Turquía, el clima resulta ser bastante extremo. Es por esto que mantener la piel desintoxicada y limpia pasa a ser un cuidado diario, para erradicar los daños que puede producir un calor o frío excesivos.
Por ello, tanto mujeres como hombres, suelen asistir a los llamados Baños Hammam – conocidos internacionalmente como baños turcos –.Se trata de una especie de sauna, donde el cuerpo recibe vapor de agua hirviendo para abrir los poros. Posteriormente se exfolia desde los pies a la cabeza con una lufa, esponja natural que retira las células muertas, para terminar el tratamiento recibiendo una ducha de agua muy fría, que cierra los poros y sella el proceso. Esto es realizado en un proceso de 3 tandas, donde la exposición al calor se alterna con un ambiente frío, para evitar golpes de calor que puedan deshidratar.
En nuestro país no solemos tener este tipo de servicios de Spa, no obstante podemos darle un giro práctico. Es por ello que, antes de la ducha, podemos cerrar el baño y abrir el grifo de agua caliente en toda su potencia – para ahorrar agua, otra buena idea es haber hervido una olla de agua hasta que saque vapor y cerrar las habitaciones para recibir este calor húmedo. Posteriormente nos exfoliamos con una lufa, que está cada vez más presente en el mercado, con un valor alcanzable para todos – y terminamos dándonos una ducha con el agua fría. La piel se sentirá suave y tersa, además que mejorará la circulación y nos ayudará a combatir la celulitis.
El mundo de los aceites en la piel
Estar en el medio entre Europa y Asia hace del país Otomano un lugar donde se encuentran productos naturales, a muy buen precio, ampliamente usados en cosmética. Este es el caso de los aceites. Los más importantes son el de argán, coco y almendras. Los mismos que podemos obtener en nuestro país.
Estos son utilizados tanto para el cabello como para el cuerpo, en ambas ocasiones con el fin de hidratar la piel. La manera de usarla es: Tras el baño y con el cuerpo levemente húmedo, aplicar un par de gotas en la mano y mezclarlas con un poco de crema. En el caso de buscar un gran golpe de hidratación, el consejo es tomar un par de gotas de aceite, frotarlas fuertemente en las palmas, hasta que se caliente y se vuelva algo más líquida, y frotar en el cuerpo.
¿Y en el cabello?
Dejamos el aceite para el cabello en un ítem aparte porque, si es que existe algo que las turcas adoran, es cuidar su cabello. En el caso de los aceites, estos son utilizados muy seguido, siendo los elementos preferidos para realizar masajes que mantengan la salud del cuero cabelludo. En este caso, los aceites de almendras y argán son los más apetecidos.
La forma de usarlos es la siguiente: Tras el lavado, mientras el pelo sigue mojado, se aplica una buena cantidad de aceite desde la raíz hasta las puntas. Con los dedos se realizan masajes en el cuero cabelludo y luego se expone el cabello al calor del sol o al calor de un secador o gorro térmico. Posteriormente esto se retira mediante un lavado profundo de pelo. Además, para el peinado diario, se utilizan una o dos gotas de aceite de medios a puntas y se deja secar al aire libre.
Rosas y más rosas
Pero si hablamos de un producto 100% turco, las rosas tienen mucho que decir al respecto. Este es el caso del aceite de rosas para humectar y el agua de rosas para matificar y tonificar la piel. Ambos son de elaboración casera y muy sencilla.
En el caso del aceite, se mezcla aceite de oliva u otra variedad no prensada, con un puñado de pétalos de rosa. Se deja macerar durante 15 a 20 días, en un rincón oscuro y seco. Posteriormente se retiran los pétalos de la mezcla y se utiliza para hidratar la piel.
El agua de rosas es más sencilla. Se hierve un litro de agua y apenas suelta el hervor se añaden los pétalos de rosa. Cuando vuelva a hervir se apaga el fuego, se retiran los pétalos y se deja enfriar el agua. Luego se guardan en botellas y se aplican a diario con un algodón en la piel.
Evitar el sol
Aunque en verano el sol quema como en pocos sitios del mundo, las mujeres turcas suelen evitarlo a como dé lugar. El uso de bloqueador solar es importantísimo en la búsqueda de la piel perfecta y no exponerse con la piel desnuda, en el horario de mayor radiación, es casi una religión para las mujeres del país. Todo para mantener una piel pareja evitando manchas y arrugas prematuras. Además, suelen usar aceite de ricino, el que posee las propiedades de un bloqueador solar natural.