Reconozco que toda la vida tuve excusas para cuidarme el rostro. Mi rutina de la mañana consistía en aplicarme la crema que había comprado en oferta, y en la noche, sólo si el sueño no me vencía, sacarme rápidamente el maquillaje antes de dormir.
Por lo mismo, cuando me crucé con la marca de cremas Kiehl’s, nunca imaginé que me conquistaría tan rápido. Al igual que cuando conoces a alguien, comienzas sin muchas expectativas, desconfiada y sin imaginar que puede llegar a cambiar tu rutina.
Pero así fue. Me fui de la tienda feliz con mis muestras gratis de regalo (el lema de la marca es “probar antes de comprar”) y a las 2 semanas volví por las fórmulas originales. La razón: sus exquisitos ingredientes naturales como Açaí, Lavanda o Limón, sus resultados anti brillo casi instantáneos en mi rostro y toda la filosofía y valores que tiene por detrás. ¡Sólo basta darse una vuelta por su tienda central de Parque Arauco o por sus córners ubicados en Falabella para darse cuenta!
Está decorada con fotografías y murales rayados que representan la historia de la marca, que nació como una botica hace más de 150 años en New York. Todos los vendedores visten delantales blancos y te explican paso a paso cómo funciona cada fórmula y cuál es la más indicada para tu tipo de piel (si no sabes cuál es, te hacen un test ahí mismo). Y por último, te agregan a su base de datos para mantenerte informado de lanzamientos, descuentos y actividades, entre esas, una linda campaña de reciclaje de envases que hacen una vez al año.
Después de todo esto, ¡es imposible no amarla! Y ustedes, ¿ya conocen la marca?
Imagen CC Sweet One