Para comenzar bien tu jornada, lo primero que debes hacer es una exfoliación en tu rostro, mediante un producto establecido o alguna receta casera basada en azúcar o harina de avena. Para ello, es necesario tener precaución con los movimientos, pues la frotación brusca puede provocar irritación.
Al culminar esta labor, las ojeras quedan más expuestas por la limpieza facial y necesitarán un tratamiento. Existen ciertos productos como los “roll on antiojeras”, pero mi favorito, por lejos, es el té helado. Tras refrigerar agua de manzanilla o té, inserta un copo de algodón en el recipiente y aplícalo en la parte baja de los ojos. Esto, junto a un hielo envuelto en un paño en contacto directo con las ojeras, solucionará la molestia.
Muchas no están a favor de la aplicación de base de maquillaje o polvo compacto, pues consideran que altera su naturalidad. Para ellas, un poco de rubor, de un tono más fuerte que el natural, ayudará a dar vida a las mejillas.
Así mismo, encresparse las pestañas entrega luz al rostro. Si bien, rizarlas con cuchara es lo más óptimo, el encrespador no lo hace nada de mal. Un poco de rímel y un hidratador de labios convertirán tu cara completamente.
Mediante estos pasos, ya estarás lista para salir de casa y enfrentarte al mundo con la mejor cara. Sencillamente arreglada, ni mucho estuco ni tan despreocupada. La combinación perfecta.
Imagen CC malomalverde