De un tiempo a esta parte me he dado cuenta que se me hizo casi imposible andar con las uñas sin pintar. Rojo, negro, fucsia, colores fluor para el verano y pasteles para cuando hace más frío deben, por que yo los obligo, adornar cada uno de los deditos de mis dos manos. ¡Sí! de las dos.
Recuerdo que la primera vez que me pinté las uñas fue en la etapa de la enseñanza media y fue de color negro (era media EMO en aquel entonces, jajá). Me sentía extraña, como con algo "extra" encima, pero me sentía bien, me sentía ¡bacán! Desde ahí que me volví adicta a pintarme las uñas. Y no sólo las de las manos, sino también la de los pies. He llegado al punto de no salir de mi casa si no tengo las uñas pintadas y me las estoy cambiando permanentemente de tono. Mi cajita de los esmaltes ya no me cierra de tantos que tengo. ¿Seré la única con "esmaltitis"? Espero que no.
Cuéntame si te pasa lo mismo, y si es así, podríamos hasta formar "El club de las esmaltadas" e intercambiar colores y pintarnos las uñas entre nosotras ¿te tinca? (No me hagan caso, es sólo una ironía)